“Como fantasmas que vienen de las sombras...”
POR EDGAR ALEJANDRO HERNÁNDEZ
Siempre he tenido una cierta debilidad hacia aquellas exposiciones que tienen la capacidad de generar sensaciones tan primigenias como el miedo o el desconcierto. Tal es el caso de “Como fantasmas que vienen de las sombras... y en las sombras, se van”, en el Espacio de Arte Contemporáneo (Espac), curada por Juan Caloca y Andrés Villalobos, que logra, mediante una abigarrada y escenográfica museografía, romper con el frío acto de acudir a ver objetos a un museo o galería.
Ubicado en la planta baja de un edificio corporativo de las Lomas de Chapultepec,Espac presenta una exposición que deliberadamente busca generar un conflicto con los esquemas tradicionales de exhibición. Los resultados, para bien y para mal de las obras que se muestran, son eficaces en cuanto a la experiencia sensible que se busca generar en el visitante. En principio, porque no es una muestra que tenga un recorrido lineal ni predeterminado. La posibilidad de perderse dentro de la cueva artificial es parte esencial de la visita, ya que obliga al espectador a volver cuantas veces sean necesarias sobre sus mismos pasos para reconocer/revisitar las obras que de golpe van apareciendo dentro de la escultórica mole de cartón y madera creada por Andrés Villalobos y Jonathan Miralda, que es en sí una pieza de 600 metros cuadrados titulada “Grutas”.
“^”, de Daniel Steegman (al fondo); y “Sin título”, de Rita Ponce de León (primer plano).
Contrario a la perenne paranoia de volver accesible/visible las obras al visitantes, “Como fantasmas que vienen de las sombras...” opera bajo el principio contrario. Oculta para luego visibilizar/revelar las piezas, en un trayecto donde las obras más expuestas son al mismo tiempo las que tardan más tiempo en ser apreciadas por el visitante.
son el resultado de las imágenes que el artista manipula en el video homónimo que se exhibe dentro de la cueva en una computadora portátil con audífonos.
Esta estrategia queda clara cuando el visitante sale de la exposición y ve (de nuevo) las fotografías de Daniel Aguilar Ruvalcaba que forman parte de su proyecto“Tutoriales, cómo salvar a México usando Photoshop Cs5”, las cuales de inicio pasan de largo, ya que parecen imágenes publicitarias de alguna empresa del edificio corporativo, pero en realidad son el resultado de las imágenes que el artista manipula en el video homónimo que se exhibe dentro de la cueva en una computadora portátil con audífonos.
"Grutas", de Andrés Villalobos y Jonathan Miralda.
Un efecto similar tiene la pieza “Sin título”, de Emiliano Rocha Minter, que se ve al fondo de un largo pasillo en el extremo derecho de la entrada de la cueva, pero que únicamente se aprecia con claridad cuando se sale al fondo de la escultura de cartón y madera. Vale decir que la obra es de lo más significativo de la exposición,ya que visualmente ofrece una de las experiencias más claras de sumergirse a una cueva, gracias a la economía de recursos que resulta inversamente proporcional al profundo efecto de vacío que tiene su juego de luz y oscuridad.
Si bien uno de los elementos más críticos y evidentes de la muestra es la pesada presencia que tiene “Grutas” sobre el resto de las obras, ya que como elemento escultórico que aloja al resto de las piezas determina la lectura de las mismas; es justo también decir que la pieza/museografía/escenografía desnuda y/o acentúa la fuerza y eficacia que pueda tener cada obra, ya que las saca de las tranquilas aguas del cubo blanco para ponerlas en un contexto visualmente adverso.
"Sin título”, de Emiliano Rocha Minter.
De tal suerte piezas como “Lxs brutxs”, de Ramiro Chaves; o “Paisaje molar, tinieblas”, de Jazael Olguín Zapata; pasan prácticamente desapercibidos frente a ejercicios de dibujo o escultóricos más contundentes como “^”, de Daniel Steegman; o “Sin título”, de Rita Ponce de León, que gracias a la cueva generan un luminoso diálogo que se acentúa por lo abigarrado de la museografía.
Para los artistas resulta igual de relevante crear un ambiente cerrado y claustrofóbico, que mostrar el detrás de cámara de la escultura.
Ahora bien, la escenografía que implica la cueva creada por Andrés Villalobos y Jonathan Miralda en varios momento de la exposición va mostrando al visitante la estructura de madera que la contiene (el afuera que es al mismo tiempo el adentro de la exposición). Para los artistas resulta igual de relevante crear un ambiente cerrado y claustrofóbico, que mostrar el detrás de cámara de la escultura. Esto se vuelve evidente al finalizar el recorrido, cuando se descubre una de las paredes exteriores completamente desnuda de cartón y cinta adhesiva. De alguna forma los artistas cuentan al espectador que hay dentro/afuera de la cueva.
“Tutoriales, cómo salvar a México usando Photoshop Cs5”, de Daniel Aguilar Ruvalcaba.
“Como fantasmas que vienen de las sombras...” se vuelve una muestra pertinente en términos políticos dentro de la escena mexicana, porque nos recuerda que siempre es gratificante hacer cosas que aparentemente no tienen ningún sentido.
Por su misma carencia de objetivos (la invitación a los curadores fue “hagan lo que quieran”), la exposición recalca que el arte no debe estar hecho con fines productivos o comerciales, sino se puede crear por el simple gusto de hacer arte.
“Como fantasmas que vienen de las sombras... y en las sombras, se van” se exhibe del 28 de octubre de 2015 a febrero de 2016 en Espacio de Arte Contemporáneo, ubicado en Monte Líbano 225, Lomas de Chapultepec.
Texto publicado el 16 de diciembre de 2015 en el blog Cubo Blanco del periódico Excélsior.