Entrevista Emir Kusturica. "Mi trabajo es no hacer sentir bien a la gente"
POR EDGAR ALEJANDRO HERNÁNDEZ
El cineasta bosnio Emir Kusturica (Sarajevo, 1954) nunca dejará de dirigir películas dramáticas que pongan ansioso y triste al público, ya que, aseguró, su trabajo "no consiste en hacer sentir bien a la gente".
Laureado en dos ocasiones con la Palma de Oro en Cannes por Papá está de viaje de negocios (1985) y Underground (1995), Kusturica (Sarajevo, 1954) se encuentra de visita en México para presentar una retrospectiva de su filmografía dentro del Segundo Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México.
Kusturica, quien obtuvo el reconocimiento internacional con Underground, donde narra la tragedia que padeció la ex Yugoslavia en la Guerra de los Balcanes con un discurso cinematográfico equiparable al realismo mágico latinoamericano, señaló que si bien su cine es considerado altamente político, la acción más radical de sus películas está en concentrarse en las personas más que en las situaciones.
"Cuando quieres hablar sobre las personas desde cualquier punto de vista, ya sea de forma kafkiana o como lo haría Orson Welles, siempre resulta una acción política, porque hoy día lo que buscan las grandes corporaciones no es hablar de personas, sino de consumidores, los cuales se han convertido en receptores de información a quienes se les dice qué cosas pueden comprar.
"Si se analiza la estructura de las películas exitosas de Hollywood se podrá ver que se basan en dos ideas: subestiman al público y piensan que van a ser lo suficientemente estúpidos. Esto junto a un alarde técnico, con grandes explosiones y todo tipo de pirotecnia que al final harán que incluso los intelectuales salgan de la sala diciendo: 'ah, no es una mala película', aunque se trate de una porquería", consideró el cineasta en rueda de prensa.
Es por esta razón, dijo, por lo que no le interesa pertenecer al mundo de Hollywood y nunca buscará ganarse un Oscar. "Alguna vez me preguntó un crítico muy influyente en Francia cuándo haría una película hermosa, ligera, que no pusiera ansioso o triste al público y que no lo hiciera pensar. Mi respuesta fue que nunca, porque mi trabajo no es hacer sentir bien a la gente, sino contar historias que la cuestionen".
Egresado de la Escuela de Cine de Praga, actor y documentalista, Kusturica obtuvo con su ópera prima, ¿Te acuerdas de Dolly Bell? el León de Oro de Venecia en 1981.
Bajista de punk rock desde 1986, el cineasta ofrecerá hoy un concierto en el Salón 21 con su No Smoking Orchestra, un grupo de fusión que mezcla música gitana y ritmos tradicionales de la Europa del Este con punk, ska y rock.
En lo que se refiere a la música de sus canciones, uno de los valores adicionales de su cinematografía fue la mancuerna que logró con el músico Goran Bregovic, quien ya no participó en su más reciente película, La vida es un milagro, la cual fue musicalizada por el propio Kusturica.
"Con Bregovic la amistad se agotó, como suele ocurrir en muchas ocasiones", contestó de forma escueta Kusturica sobre la ausencia del músico bosnio.
Al hablar sobre La vida es un milagro, cinta que reproduce el mismo esquema utilizado en Underground de narrar cómo afecta la guerra la vida en los Balcanes, Kusturica la describió como un melodrama que combina la elegancia del cine antiguo -es un admirador confeso de Hitchcock y Fellini- con el febril movimiento de la vida contemporánea.
Elegido como presidente del jurado de la próxima edición del Festival de Cannes, Kusturica señaló que, si bien el encuentro se ha convertido en un escenario político, su labor para este año será la de reconducir al festival a una búsqueda de la estética.
"No puedo sacar las cuestiones políticas, porque la política forma parte del drama de la vida de una persona. Pero si tengo por un lado una película que trata un tema candente de actualidad y por el otro una cinta que aborda de manera hermosa la tragedia humana y además toca algún aspecto político, siempre voy a preferir la segunda, porque no me interesa convertir al festival en el escenario de una pelea política".
Conocedor de la música mexicana
Durante las tres décadas de gobierno del dictador Josip Broz, Tito, estuvo prohibido en la ex Yugoslavia escuchar música occidental, por lo que Emir Kusturica, al igual que todos sus compatriotas, no tenía otra opción más que escuchar música mexicana.
"En la época de Tito la música mexicana fue una de las grandes excepciones en Yugoslavia. En la actualidad los gitanos de mi país escuchan cualquier ritmo latinoamericano e inmediatamente lo identifican con México.
"Cuando hacíamos Underground, unos músicos gitanos que colaboraban con nosotros escucharon en la calle a un grupo boliviano. En cinco minutos se robaron la canción y llevaron su versión al estudio para que la integráramos en la película.
"Finalmente, la canción apareció como una canción mexicana para bailar, aunque en realidad la versión original en la que está inspirada era de Bolivia. Creo que ésta es la versión gitana de la globalización", dijo Kusturica, quien también aseguró que cuando escucha una trompeta no puede dejar de pensar en los mariachis de México, país que visita por primera vez en su carrera.
Texto publicado el 25 de febrero de 2005 en el periódico Reforma.