Nostalgía por la era Keiko
POR EDGAR ALEJANDRO HERNÁNDEZ
Keiko, el nombre es fácilmente reconocible en México, ya que recuerda a la orca que durante 11 años fue la principal atracción del parque de diversiones Reino Aventura (hoy parte de la transnacional Six Flags). Si la llamamos Willy las ondas expansivas del cine hollywoodense vuelven a la ballena un referente global (recuerdo casi inmediatamente la canción Will You Be There, de Michael Jackson). Su papel estelar en la película Free Willy (1993) la hizo un icono del movimiento ambientalista de los años 90, cuyo éxito internacional trajo las funestas consecuencias de provocar su fallida liberación en Islandia y su muerte en mar abierto en 2003.
Pero la trágica y meteórica carrera en el espectáculo de Keiko/Willy también designa a toda una época. A los años en que los gobiernos de México, Canadá y Estados Unidos firmaban el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC o NAFTA), provocando una ola de cambios económicos, políticos y sociales que sellaron la apertura neoliberal en México.
Este cruce entre la fatídica liberación de la ballena más mediatizada y humanizada en la historia reciente (sus restos, por ejemplo, fueron enterrados como se haría con cualquier persona) y la nostalgia de aquellos sucesos y personajes que marcaron la liberalización económica en México es lo que llevó al colectivo Biquini Wax EPS (integrado por Cristóbal Gracia, Daniel Aguilar Ruvalcaba, Roselin Rodríguez, Gustavo Cruz, Paloma Contreras, Israel Urmeer, Gerardo Contreras, Mauricio Andrade y Natalia de la Rosa) a crear una escultura de fibra de vidrio tamaño natural de Keiko/Willy que serviría de contenedor de una barroca “NAFTAlgia” moldeada en foamy, para atender a la invitación que recibieron del curador Hugo Vitrani para participar en la exposición colectiva Prince.sse.s des villes(Príncipes y princesas de la ciudad), que actualmente exhibe el Palais de Tokyo, en París, con obra de artistas que provienen de cinco megalópolis: Ciudad de México, Daca, Lagos, Manila y Teherán.
La obra Sa la na, a yuum, iasis. Laissez faire, laissez passer (2019), cuyo título junta la frase que pronuncia el niño al final de la película Free Willy (que significa “se libre algún día”) con la expresión francesa que identifica al liberalismo económico (dejar hacer, dejar pasar), responde a la pregunta que originalmente se hizo el colectivo sobre una posible representación de la Ciudad de México que rompiera con la lógica de exotización que tradicionalmente se da a la capital del país.
“Desde un inicio queríamos mostrar algo chilango, pero que no fuera lo de siempre: los tianguis, el comercio informal, las manifestaciones políticas, los baches en las calles o las quesadillas de queso. De ahí surgió la necesidad de crear un dispositivo, algo que funcionara como un contenedor, y dándole vueltas a eso se nos ocurrió Keiko. Nos pareció que la historia de la ballena hacia todo el sentido, porque fue el primer producto pop de la globalización que exporta México y da el salto a la pantalla de Hollywood. Por muchos lados encontramos similitudes con la Ciudad de México en su tránsito a la globalización”, explica Aguilar Ruvalcaba.
Por su parte, Gracia puntualiza que la obra toma como metáfora la vida de Keiko, orca que murió en este intento de liberación, para hablar del cambio en México, que pasó de una política económica estatal proteccionista a la total apertura del neoliberalismo.
“Los objetos que contiene la ballena refieren a momentos políticos e históricos que hablan de esta transición. Cuestiones nacionales como la caída de la Bolsa de Valores o el derribo del muro de Berlín. Eso que genéricamente hemos denominado ‘NAFTAlgia’, porque muestra mucho de cómo nosotros vivimos esos años. Gran parte de las esculturas son de caricatura, desde Nickelodeon hasta Pique, la mascota del mundial en México”, dice.
Según el texto curatorial de Prince.sse.s des villes, los artistas invitados reúnen un trabajo que expresa una gran cantidad de contradicciones, “como se ve en su tráfico saturado que coexiste con las redes digitales que supuestamente funcionan de manera fluida. Claramente, estas megaciudades son muy diferentes unas de otras”.
En el caso de la escultura de Keiko/Willy, los artistas deliberadamente se alejan de la amigable imagen de la ballena que el cine difundió mundialmente, ya que se presenta seccionada y descarnada.
Más allá de la cabeza, las aletas y la cola, el resto del cuerpo está ausente para mostrar la columna vertebral como depósito de una colorida y caótica fauna de personajes reales y ficticios que sintetizan el cambio de régimen económico y cultural en el país.
Presidentes, artistas, deportistas, personajes de caricatura y videojuegos, computadoras y productos de marcas transnacionales conviven en una síntesis visual que va de lo infantil a lo grotesco, ya que generacionalmente los artistas vivieron la entrada del TLC durante su niñez/adolescencia.
La pieza se complementa con dos monitores que presentan por un lado una edición de la película Free Willy, tomando sólo los fragmentos donde sale la ballena, y por el otro una autoentrevista (protagonizada por Aguilar Ruvalcaba) en la que Keiko/Willy narra episodios conocidos y desconocidos de su propia vida.
En el video nos enteramos que, según fuentes consultadas en internet, la orca nació aproximadamente en 1976, en Islandia, pero vivió la mitad de su vida en América del Norte (Canadá, México y Estados Unidos). Que llegó a México tras pasar por dos acuarios en Islandia y Canadá. Que Reino Aventura pagó por la ballena 350 mil dólares, por orden de Jorge Hank Rohn, además de que cruzó la frontera con Estados Unidos de forma ilegal, disfrazada como un motor de avión.
Tome nota
La exposición Prince.sse.s des villes (Príncipes y princesas de la ciudad) se exhibe en el Palais de Tokyo de París. Abierta hasta el 8 de septiembre de 2019. Más información en https://www.palaisdetokyo.com/en/event/city-princesses
Texto publicado el 28 de julio de 2019 en el suplemento Confabulario del periódico El Universal.