Entrevista con Miguel Calderón
Por Edgar Alejandro Hernández
“Perdón, se me olvidó que venías a la entrevista”, así me recibe Miguel Calderón un martes por la mañana para hablar de su más reciente exposición en la galería Kurimanzutto.
Vestido con unos jeans y una playera blanca, el artista hace espacio en el pequeño caos que han hecho sus perros en la sala de su casa.
No se percata que en realidad ese olvido es una pieza clave para entender su complicada personalidad y por consiguiente, su obra.
Y es que este artista mexicano en sus 30's recuperó varias de sus ideas y recuerdos casi olvidados para crear las obras de video, escultura, instalación y fotografía que presenta en esta galería que también maneja la obra de artistas como Gabriel Orozco, Damián Ortega, Carlos Amorales.
A la mitad de nuestra charla, Calderón apaga intempestivamente la grabadora para hablar con la gente del segundo piso de su casa. Se disculpa y enciende nuevamente el aparato.
Un reflejo de su personalidad dispersa así como su propia obra. Pasa de un tema a otro al igual que lo hace con su trabajo artístico, donde se ha permitido explorar todas las técnicas posibles dentro del arte contemporáneo. Va de la escultura al video y de la instalación a la pintura. Lo mismo ocurre con sus temas, pues igual le interesa el futbol o el robo de autopartes, que las travesuras que hacen los niños con pedazos de papeles mojados pegados en el techo.
Las respuestas de Calderón no reflejan un discurso prefabricado sobre su trabajo. Sus palabras van saliendo de forma espontánea y un poco caótica.
Èl mismo deja claro desde un principio que se identifica con las personas que tienen problemas de atención, ya que para él resulta de lo más natural cambiar de tema de un momento a otro y retomar cosas que había dejado olvidadas hace mucho tiempo.
“No me gusta ponerle títulos a los problemas que uno tiene, pero hay esto que se llama problema de atención y me identifico un poco con estas personas que te empiezan a hablar de una cosa y de pronto cambian de tema.
“Pero yo creo que no es que no se enfoquen en las cosas, sino que la manera de enfocarse va en diferentes direcciones. En el caso de esta exposición retomo discursos que había dejado, porque además no había expuesto en mucho tiempo en México”, dice.
Hace 9 años Calderón presentó su primer proyecto artístico en México y lo hizo de forma estruendosa.
En colaboración con el artista Yoshua Okón, Calderón tronó un cristal de un auto estacionado en la calle y a plena luz del día se robó su estéreo.
El video de no más de 30 segundos que documenta esta acción se presentó junto a una escultura sonora de 120 auto estéreos robados en la desaparecida Galería La Panadería.
Desde entonces Calderón ha presentado su trabajo fundamentalmente fuera del país en exposiciones individuales y colectivas dentro de recintos como el Guggenheim de Nueva York o en encuentros internacionales como la Trienal de Yokohama o las bienales de Sao Paulo (donde representó oficialmente a México) y de los Emiratos Arabes.
El pasado jueves el artista inauguró dentro de la galería Kurimanzutto lo que se puede considerar su primera gran muestra individual en la ciudad.
Dentro de la selección ya no se presentan piezas tan subversivas como la de sus auto estéreos robados, sino que reúne una docena de piezas que describe como “más personales” y que en ocasiones “generan la sensación de ser asechado”.
“Hay personas que dicen que ya maduré y que ya estoy grande para seguir haciendo esas pendejadas, pero yo no lo veo así, porque creo que una de las cosas por las que uno se hace artista es porque tienes la posibilidad de hacer lo que te de la gana.
“Ya no hago piezas tan subversivas porque si lo siguiera haciendo ya me hubiera muerto de un paro cardiaco”, asegura.
Pero contrario a lo que hace en otras exposiciones, donde trabaja sólo en una pieza grande, en este caso se ha enfocado a producir todo aquello que se le va ocurriendo, para no limitar el pensamiento y materializar la mayor parte de sus ideas.
“Todo lo analizo para ver qué tan viable resulta, las apunto en un pizarrón y si ya las pensé más de 5 o 6 veces creo que ya son cosas que pueden existir”, comenta.
Calderón evita explicar su trabajo pues considera que maneja un lenguaje muy accesible. Tampoco le gusta distanciarse del público y que la gente no tenga que leer un libro para entender lo que está viendo.
“No busco dar lecciones de moral. Creo que estas piezas reflejan cosas fuera de lo común o que me han llamado la atención, ya que de cierta forma enfatizan esa sensación de estar caminando en el mundo bajo una alienación.
Entrevista realizada el 10 de marzo de 2006 para el periódico Reforma, pero nunca se publicó.