Tercera Trienal de Yokohama. Hacen que la estética transite a la acción
POR EDGAR ALEJANDRO HERNÁNDEZ
YOKOHAMA.- En su tercera edición, la Trienal de Arte de Yokohama confronta su propia naturaleza global y propone un guión curatorial que se aleja de las grandes exhibiciones masivas, para concentrarse en una muestra de apenas 70 artistas internacionales, que en su mayoría presentan obra hecha en esta ciudad o que desarrolla una propuesta basada en el performance.
Las obras tienen como denominador común el hecho de que transcurren en el tiempo o que se activan a partir de la poética que pueda encontrar el público en su carácter efímero e irrepetible, aún cuando muchas de las piezas se presentan en video o instalaciones.
"La Trienal de Yokohama representa una extraordinaria oportunidad para renovar el diálogo grupal y enfrentar el peligro de la homogenización que vive el arte con tantas y tantas bienales. Este proyecto tiene como esencia el resistir las fuerzas de la globalización y nosotros tenemos el propósito de generar nuevas reglas de cómo se puede hacer una bienal", indicó el co-curador Hans Ulrich Obrist.
Considera una de los encuentros de arte más influyentes a nivel internacional, comparada con la Bienal de Venecia o la Cuatrienal de Kassel, la Trienal de Yokohama presenta bajo el título "Grieta de tiempo" obra de artistas consagrados como Marina Abramovic, Matthew Barney, Paul McCarthy, Joan Jonas, Douglas Gordon, Rodney Graham y Yoko Ono, entre otros, con artistas jóvenes que ya cuentan con una importante trayectoria internacional, como el caso de los mexicanos Pedro Reyes y Mario García Torres.
Dividida en cuatro sedes principales (Shinko Pier Exhition Hall, Waterfront Warehouse, Red Brick Warehouse y Sankeien Garden), la exhibición se acompaña de un abundante calendario de actividades que se desarrollarán a lo largo de los 79 días que permanezca abierta al público, ya que la idea es que cada ocasión sea diferente incluso para el público que haya acudido en ocasiones anteriores, explicó el co-curador Daniel Birnbaum.
"Creemos que no hay una forma adecuada de ver una exhibición de arte, pero lo que aspiramos en esta trienal es que cada visita sea diferente, no para volverla menos democrática, sino para que se produzca una experiencia única", indicó Birnbaum.
Durante la visita previa para artistas, curadores y medios de comunicación se ofrecio una decena de performace entre los que destacaron el del artista Michelangelo Pistoleto, quien presentó "Seventeen less one", una acción en la que destruyó a golpe de martillo 17 espejos de gran formato que ocupaban una de las salas principales del Shinko Pier Exhition Hall.
Otra de los performance más esperados fue el de la consagrada artista Joan Jonas, quien realizó una video instalación en la que encarnaba diferentes momentos de su vida y sus viajes, pero que eran intervenidos en tiempo real con dibujos hechos de forma casi automática o siguiendo la secuencia de las acciones reproducidas en video.
"Esta trienal tiene no sólo una relación diferente con el espacio (que en el caso del Shinko Pier Exhition Hall se creó especialmente para esta edición), sino que también le dio un tiempo a los artistas para que vinieran a hacer sus piezas a esta ciudad o para que pudieran presentar sus performance y que formaran parte del espacio artístico. Esto no se acaba hoy o mañana, sino que existe un complejo programa de actividades durante toda la bienal", indicó Obrist.
Pero si bien la acción y el performance son ejes de esta trienal, Birnbaum recordo que ante todo es una exposición de arte y no una lectura de poesía o un festival de performance, por lo que fue necesario siempre tener claro que la muestra de obra debía mantener su rectoría, aún cuando también tiene cualidades de los otros encuentros de arte.
Pero al mismo tiempo, el co-curador Hu Fang pone el acento en el frágil capital poético que tiene el hecho artístico de forma individual en cada visitante, ya que una de las cualidades del performance es que se trata de "un buen medio para conectar la vida de la práctica artística con el espectador, en una ecuación que resulta prácticamente invisible, pero que no por ello debe de olvidarse".
Texto publicado en el periódico Excélsior el 13 de septiembre de 2008.