Toda piedra es montaña en potencia
De Miguel G. Counahan
Curaduría: Edgar Alejandro Hernández
Museo de la Ciudad de Querétaro
(Guerrero 27 Norte, Centro Histórico, Santiago de Querétaro)
Del 30 de agosto al 27 de noviembre de 2024.
Solo se ve lo que se ha fotografiado. Esta idea se intensifica al observar el cuerpo de obra de Miguel G. Counahan, quien no busca el golpe visual, sino el reconocimiento de aquellos objetos, espacios y situaciones cuya presencia es tan perenne y contundente que, paradójicamente, se escapan de la mirada.
Fotógrafo y maestro de diversos medios de impresión, Counahan aborda las imágenes como lo haría un escultor, a partir de sus formas. Sus fotografías y placas de mediano y gran formato revelan una obsesión por la opulente belleza de piedras, ramas, hojas, nieve, troncos y formaciones rocosas. Aunque parecen insignificantes, estos elementos poseen un detalle y largueza dignos de las más preciadas miniaturas.
Con una reverencia inconscientemente heredada por siglos de coleccionismo de piedras, Counahan selecciona y captura rocas que en ocasiones encandilan por sus formas caprichosas, pero cuyo valor más preciado radica en que condensan la espontaneidad natural del lugar que las contiene. Los arroyos y abismos que se describen en su superficie convierten estas rocas en esa partícula que ofrece todo un mundo.
A la usanza de aquellos artistas del siglo XIX que realizaban largas expediciones para capturar paisajes idílicos, Counahan replica esta operación, llegando incluso a escalar montañas de más de 6,000 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, su enfoque es singular, ya que logra retratar paisajes complejos, que pueden incluso cuestionar la propia idea de belleza, evitando caer en el manierismo de centrarse en el horizonte y la profundidad de campo.
Esta decisión, hay que decirlo, no atiende a una valoración moral sobre la fotografía de paisaje, sino al reconocimiento de su trabajo como un proceso vinculado a su imaginación, nutrida por lecturas de viaje, y no al falso ideal de representar la realidad. La obra de Counahan se despoja deliberadamente de las convenciones fotográficas para darle peso y materialidad a las imágenes, volviéndolas pinturas o esculturas.
El artista cuenta que, desde su infancia, ha cultivado esa fascinación, a veces hipnótica, por el juego de luces y sombras que aparece repentinamente en la naturaleza. En ocasiones, esa experiencia transforma la realidad en un no-espacio que logra detener el tiempo.
Y es el tiempo algo que también adquiere protagonismo en la selección de obra. Se mezclan soportes y materiales que tradicionalmente quedan obnubilados en el proceso de impresión, pero que aquí son cruciales para enfatizar el hecho de que el trabajo directo con los materiales es lo que estructura el pensamiento del artista.
El taller es, en un sentido amplio, lo que guía la exposición. Las técnicas y los materiales marcan la pauta de su producción. Si se mira con cuidado, lo que interesa más de esta obra es el camino que se recorre para alcanzar los volúmenes que el artista busca en sus imágenes y que finalmente esculpe con su mirada.
Edgar Alejandro Hernández
Curador
Ciudad de México, agosto 2024