5 de abril de 15232

Por Paulina Macías

SANTIAGO DE QUERÉTARO.- Las implicaciones que tiene la libertad otorgada a artistas y curadores para trabajar de manera localizada en el Museo de la Ciudad de Querétaro[1] requiere una claridad (y caridad) institucional, un proyecto de largo aliento y un aplomo individual –tanto de quien lo dirige como de quien se animan a trabajar en y con él– que es bastante escaso en las instituciones y los proyectos culturales. Este museo fue fundado el 14 de febrero del 1997 y desde sus inicios Gabriel Hörner, su director, planteó –en colaboración con Antonio Loyola– un proyecto museal que confronta todos los lugares comunes contenidos en la idea de museo: en este lugar se puede tocar, se puede hablar en las salas y sobre todo, se puede exponer aunque no seas una celebridad internacional (aunque también se han expuesto).

El museo opera de manera muy particular a través de círculos abiertos de confianza entre creadores, curadores y personas que participan del mundo del arte nacional, que se ha ido extendiendo a través de los más de veinte años en los que el museo ha funcionado. Esta forma de trabajo ha creado un caldo de cultivo, un flujo artístico y un intercambio cultural tal que ha influido en el interés por las artes y la formación de más de tres generaciones en esta ciudad.

Un ejemplo de esta excepcionalidad es la exposición 5 de abril de 15232: un momento sin testigo,  una suma de voluntades y necedades de distintas e insistentes índoles articuladas de manera profesional y durante varios años que desembocan en una muestra situada en ese lugar.

Esta exposición plantea la convivencia de lenguajes diversos que resultan de distintas formas de representación y registro de fenómenos astronómicos que Ale de la Puente ha atestiguado desde puntos privilegiados como el Observatorio Astronómico Nacional San Pedro Mártir y el Pacífico. Conviven con ellas otras piezas, más bien conceptuales, como la hecha específicamente para sitio El Universo a Fuego Lento (2023) y las instalaciones Por todos lados  (2023) –hecha con un espejo de doble vista y una serie de relojes de arena alineados y cuya formación se deja ver en una sombra sutil que se hace en el piso– y ...dividirse en el tiempo (2015) –una formación de capelos de diversos tamaños unos dentro de otros, unidos visualmente por una línea de  imanes de neodimio con baño de oro de 14 kilates que a pesar de la separación hecha por los capelos, permanecen unidos– que complementan lo observado con reflexiones e ideas que parten de estas observaciones. 

El período de tiempo que abarcan las piezas –de 2011 a 2023– la cantidad de viajes (y seguramente viáticos) que se requirieron para construirla, la diversidad de los soportes, el dinero invertido en producción,  los lenguajes que se leen en su recorrido –que invitan a colaboraciones eruditas de expertos en ramas tan diversas como la historia de la representación astral o la música–, el montaje extendido por salas casi siempre cerradas al público en el Museo de la Ciudad de Querétaro, el cuidado tipográfico y la pulcra redacción de las cédulas… todo en esta exposición habla de un objetivo claro, de mucho tiempo, o ganas, mucha inteligencia, o ganas, de una estrategia clara de trabajo y de recursos invertidos en una empresa de largo aliento; una empresa en el sentido que se acerca más a una labor que entraña esfuerzo y trabajo.