Fernando Llanos. Fábulas y ensueños

La verdad es la única justificación de una ficción que intente acceder a la categoría de Arte.

Joseph Conrad, “Bajo la mirada de Occidente”

 

Luis Francisco Pérez


MADRID.- Arte y Resistencia es el título de una muestra del artista Fernando Llanos que tuvo lugar en la primavera de 2022 en la Ciudad de México. Pero también podemos pensar (o mejor: sentimentalmente creer) que la estructura semántica que forman ambas palabras son la definición genérica de su hacer y decir como creador de formas artísticas, que a su vez también son realidades sociales (sin abandonar jamás, bien al contrario, el humor como esencial y necesaria cualidad) en su más pura y honesta complejidad y conflictividad. Ahora bien, creo sinceramente que en Arte y Resistencia estamos hablando de la mismo, pues tanto “arte” como “resistencia” son dos de los muchos nombres que poseen las palabras “amor” y “vida”, de vital importancia en la configuración formal y conceptual, y siempre sentimental, de la creación realizada por nuestro artista. Insistiendo en este juego metafórico me gusta mucho una frase/idea del filósofo francés Gilles Deleuze cuando afirma en su ensayo Deseo y Placer "que ambos se constituyen siempre como dispositivos de resistencia en relación con el Poder. Dos discursos políticos de estrecha relación en su discurrir teórico, cuyo problema fundamental reside en comprender los espacios posibles para la resistencia, y cuyas respuestas hacen de la filosofía y el arte el lugar común para contrarrestar a la muerte, a la servidumbre, a lo intolerable, a la vergüenza". Y aquí tenemos ya los seis sintagmas que, en mi opinión, mejor definen la estructura formal y de pensamiento en la entera obra de Fernando Llanos: Arte, Resistencia, Amor, Vida, Deseo y Placer, pues en todos y cada uno de los trabajos, ya sean individuales o en colaboración, en mayor o menor medida, están presentes los seis procesos de conocimiento que hemos señalado.

Como toda obra marcada por la exuberancia expresiva de su misma vitalidad, también es profundamente barroca en su mismo decir, máxime sabiendo que para Fernando Llanos la mexicanidad es un constante motivo de inspiración y preocupación, de iluminación y ansiedad, de atracción e incertidumbre. En la muy productiva tensión entre estos opuestos es lo que nos traslada a una enriquecedora fragmentación al contemplar detenidamente los trabajos de este artista. Trabajos no siempre fáciles de explicar desde una narración de los hechos expuestos sin caer en un fácil populismo descriptivo, de ahí que he optado en este texto por referirme a ellos sin citarlos expresamente (títulos y contenidos); pero agrupándolos, por así decir, en las seis constantes que hemos señalado o focalizado, y que pueden ser tanto físicas como conceptuales, sentimentales como idealistas, políticas como lúdicas, abstractas como figurativas. La obra (en plural: la exuberante prodigalidad barroca de sus múltiples intereses artísticos) de Fernando Llanos es, como ya hemos apuntado, de una enriquecedora fragmentación expresiva (que no discursiva), en efecto, y hecha de condensaciones de franjas visuales lúcidamente problematizadas en su propio “decir”, pero manteniendo siempre la voluntad, como decía el escritor alemán Robert Musil en sus Diarios que “si existe un significado de la realidad, debe existir un significado de la posibilidad”. Y aquí tenemos otro elemento importantísimo en el discurso creativo de Llanos, que la Realidad únicamente es válida en tanto que contenedor de significantes que den acceso a posibilidades de salvación del sujeto por medio del Arte y la Resistencia, del Amor y la Vida, del Deseo y el Placer.

Otro punto, en mi opinión, de máximo interés en la especulación artística y creativa de nuestro artista sería la interrelación entre determinadas realidades (culturales, sociales, económicas, antropológicas: es decir, políticas) de la sociedad mexicana en el presente, agrupándolas en un retablo que se nos aparece (en su sentido más escenográfico y especialmente operístico) en una rara (y bella, no tengamos miedo a utilizar según qué palabras) simbiosis de compasión y poesía, de clemencia y lirismo, de humana conmiseración y no menos humana comprensión. Esta realidad mexicana que Fernando Llanos estudia y analiza y disecciona, no corresponde únicamente a diferentes problemáticas del más puro presente, pues en su obra (en su música, en su poesía, en su teatro, en su cine, en su literatura) se da una constante mirada por el retrovisor de la Historia de México, asumiendo la conocida afirmación del filósofo italiano Benedetto Croce cuando afirmó con rotunda lucidez que “Toda Historia es siempre Historia Contemporánea”. De ahí, que en no pocos de sus trabajos (que en su mejor y más noble acepción también son obsesiones y fantasías muy creativas) admitan ser calificados de investigaciones históricas a partir de establecer conexiones entre diversos episodios de la Historia de México, tensionando su representación entre el ayer y el hoy, sabedor, en efecto, que la Historia siempre ocurre en el más puro presente, aunque nos refiramos, directa o indirectamente, a hechos acaecidos en un pasado que jamás es tan remoto como pensamos, pues en ambos tiempos lo que está en juego o se dirime es el proceso de socialización que nos conforma en un mismo laberinto de la soledad, como bien dijo, maravillosamente, Octavio Paz.

Revisando los últimos trabajos del artista pero también anteriores como la muestra Llanos, el villano del vídeo, que tuvo lugar en el 2017 en la Freijo Gallery de Madrid, y en la que nos conocimos personalmente he llegado a considerar que en toda su obra está presente una muy productiva e interesante oposición entre una invisible interioridad (lo que su hacedor siente en el momento de estructurar una obra o proyecto, individual o en plural asociación, en su fase inicial), y una exterioridad (que es siempre política en su sentido más social y participativo) y en base a ello lo que provoca el arranque físico del trabajo. Pues bien, esta aparente antítesis entre ambas situaciones (interior y exterior) se resuelve al asumir que toda acción (y la obra de Llanos es una pura acción o un gran delta con muchos afluentes, unos visibles y otros subterráneos) es siempre el proceso de una revolución, que no por íntima (y siempre artística y creativa), es menos efectiva en su más absoluto decir. Pero también en cómo presentamos esa Revolución, en cómo la pensamos y en cómo la expresamos.

Decía Jacques Rancière que una ficción no es la invención de un mundo imaginario, pues, bien al contrario, “es la construcción de un contexto en el que puede percibirse la coexistencia de los sujetos, las cosas y las situaciones, y pueden identificarse y conectarse los acontecimientos de un modo que hace sentido. La ficción se pone en marcha cada vez que debe producirse un sentido de realidad. Por eso la política y las ciencias sociales utilizan la ficción tanto como las novelas o las películas". La refinada inteligencia especulativa del pensador francés nos ofrece unas determinadas pautas para mejor comprender el complejo y sofisticado trabajo de Fernando Llanos, en el cual, y como ya hemos apuntado, la poesía, en su más amplio sentido, es un elemento muy importante en el desarrollo interno y externo de la obra. El trabajo de Llanos, en efecto, es una ficción que únicamente le interesa ser ficción cuando produce un sentido de realidad (Freud afirmaba que la Verdad tiene siempre una estructura de ficción). De ahí que, en sus trabajos más afirmativamente históricos, o los más deudores de una realidad incuestionablemente mexicana, la verdad de lo narrado, y en base a su propia credibilidad, exige una participación muy activa de la ficción como elemento estructurador de sentido, y para que pueda acceder a la categoría de Arte y ser así presentado. Pero lo que acabo de escribir se resume mucho mejor en un solo verso de Hölderlin: “Para no decir adiós a la esperanza”. Para eso tenemos, y bien que lo sabe Fernando Llanos, el Arte y la Resistencia, el Amor y la Vida, el Deseo y el Placer.

Arte y Resistencia se presentó en el Centro Cultural Tijuana (CECUT) de agosto de 2023 a febrero de 2024. La muestra itinerará al Museo de Arte de Ciudad Juárez, Chihuahua, a partir del 16 de agosto.

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