Un grano de sal
Por Edgar Alejandro Hernández
1. Cuántos problemas útiles puede convocar el dibujo si se mira desde la producción de arte contemporáneo. La exposición Un grano de sal. Colectiva de dibujo, curada por Álvaro Verduzco, ofrece varias respuestas que ejemplifican claramente la solvente vigencia del medio, no sólo por la a afirmativa potencialidad que constituyen a varias de sus obras, sino por los cruces que hoy sigue manteniendo con otros medios y discursos. Si hubiera que resumirlo, el dibujo es crucial por lo que enuncia su bidimensionalidad, pero también por lo que señala más allá del marco que lo contiene.
Concebida a partir de una estructura reticular, Un grano de sal reúne a 43 artistas de varias generaciones que fueron invitados a participar sin una temática definida, pero con el condicionamiento de que su pieza sería mostrada aleatoriamente junto a piezas que no necesariamente conviven discursivamente con su trabajo. Para ello, cada pieza fue producida en un cuadrado de un 1.1 metros de alto por 1.2 metros de ancho y posteriormente cubierto para que el resto de los participante no pudiera ver, durante el proceso, junto a quién está exhibiendo.
El ejercicio cumplió su cometido, en el sentido de borrar cualquier jerarquía o relación vertical entre los participantes. Todos, salvo casos excepcionales, cumplieron con las condiciones planteadas por el curador y, en este juego reticular, la obra de los llamados artistas emergentes y de media carrera se mezclaba en una ola que tenía ciertos acentos, pero que en esencia conservaba un discurso visual que podría parecer homogéneo, sin embargo, cuando se miraba con cuidado resaltaba la compleja diversidad de posturas que se tienen hacia el mismo problema llamado dibujo.