Gego, la transparencia como lenguaje


Por Edgar Alejandro Hernández


Al intentar fotografiar sin éxito la exposición Gego. Midiendo el infinito, en el Museo Jumex, me di cuenta de que en ocasiones la mayor virtud de las obras de arte representa al mismo tiempo su más retador problema. 

La transparencia que Gego (Gertrud Goldschmidt, Hamburgo, 1912 – Caracas, 1994) logró imponer a sus esculturas, a través de un orgánico juego de retículas que les dan cuerpo y cadencia, es también lo que determina su experiencia dentro del espacio, la cual no puede reproducirse bidimensionalmente. La mayoría de las obras expuestas en el Museo Jumex tienen que verse en vivo o de lo contrario nos enfrentamos a una experiencia parcial o llena de información que excede la propia escultura.

Gego es una de las mayores figuras de la abstracción geométrica en América Latina, ya que logró poner en crisis los fundamentos de la escultura moderna al dotar a su trabajo de una ligereza mediante la construcción de retículas elaboradas mayoritariamente con alambre y objetos de desecho.

La obra de Gego prescindió del pedestal que acompaña siempre a las esculturas, para sostenerse del techo como cuerpos que invitan a ser vistos desde diferentes ángulos y en algunos casos penetrados por el visitante.  

Como lo señala la historiadora del arte Mari Carmen Ramírez, en la obra de Gego la transparencia surge de una decisión crítica: su rechazo, desde un principio de la idea tradicional de escultura como medio válido de expresión y su consecuente abandono de las convenciones de ese medio (masa, volumen) en busca de modos fuera de lo convencional para articular dicha propiedad de la luz en el espacio (Ramírez, p. 22). 

Hoy podemos revisar la obra de Gego a partir de una perspectiva de género, ya que las convenciones materiales que acompañan a la escultura están íntimamente relacionadas con una postura masculina que definían su pesada presencia en el espacio. El cocurador de la muestra, Pablo León de la Barra destacó, durante la rueda de prensa, la ligereza de las obras de Gego frente a escultores de vanguardia como Henri Moore o Alexander Calder, quienes crearon pesados y voluminosos objetos que ocupaban un lugar en el espacio.

El comentario de León de la Barra me hizo recordar la exposición de Calder: Derechos de la danza, que presentó el Museo Jumex en 2015, la cual sirve de testigo para dimensionar la operación espacios de la obra de Gego en el mismo recinto. 

Tanto el artista estadounidense como la artista alemana radicada en Venezuela produjeron obras ligeras que pendían del techo. Sin embargo, en el primer caso la materialidad, el uso del color y su colocación en pedestales hacía de las obras objetos claramente ubicados en el cubo blanco; mientras que en el segundo estos atributos se transforman y aligeran, ya que es la transparencia y el vacío lo que da tono a la mayoría de las obras.