homofobia, descontento y política cultural en Querétaro

Protestas de la comunidad LGBTQ+ durante la inaguración del FILMAQ.

Por Mari Carmen Barrios Giordano


SANTIAGO DE QUERÉTARO.- El evento definitivo de mi adolescencia en Querétaro fue sin duda el 7 de marzo de 2008: la noche que golpearon a los emos. El lunes después de la violencia —en la que hordas de jóvenes atacaron a golpes a miembros de aquella subcultura— mis compañeros compartían imágenes de lo ocurrido. En ese entonces las pantallas de los celulares eran reducidas y de baja resolución, pero recuerdo claramente el video de un joven de cabello teñido recibiendo golpes a la cabeza en contra de una pared. Lo miraban los miembros del equipo de futbol de mi año. “¡Sí, mátenlo!” decía uno de ellos, ahora un burócrata de medio rango en el gobierno local.

 

Aunque en su momento no se utilizó la palabra “homofobia” para describir los hechos, la campaña antiemo luce hoy como un claro ejemplo de ello.[1] Entre una población inculcada de acuerdo a una heteronormatividad férrea, lo andrógino del maquillaje, el pelo y la ropa entallada de los emos engendraban comentarios rabiosos que precipitaron la violencia bravucona de los adolescentes. A 16 años de lo ocurrido, me gusta pensar que Querétaro no es el mismo de mi niñez: la relativa estabilidad que se experimenta en la entidad ha duplicado su población, atrayendo comunidades diversas y convirtiendo a la sociedad en una más plural de lo que sin duda fue. Pero, a partir de las múltiples acusaciones hacia la Secretaría de Cultura encabezada por Marcela Herbert, se vuelve imposible negar que la homofobia sigue viva entre servidores públicos del estado. La secretaria se enfrenta a tres acusaciones de discriminación serias que han llevado a múltiples manifestaciones pidiendo su renuncia. Para comprender mejor la indignación que se cocina en Querétaro en torno a Herbert, es importante comprender cómo la escena artística ha florecido en una ciudad profundamente conservadora y la politización a la que es ahora sujeta la Secretaría.

Al igual que la población metropolitana, la oferta cultural en Querétaro lleva años de crecimiento sostenido. La creación de nuevos espacios y el éxito de eventos como el Hay Festival y Querétaro Experimental han hecho de la cultura un sector cada vez más extendido y vital para la experiencia urbana. En las artes visuales, la actividad se concentra en la colonia Centro, alrededor de dos espacios de arte contemporáneo por excelencia: la Galería Libertad y el Museo de la Ciudad de Querétaro, donde se han presentado exposiciones individuales tempranas de artistas como Tania Candiani, Adela Goldbard, Daniel Guzmán, Ilán Lieberman, Lorena Wolffer y Tania Ximena. Más tarde se les sumaron la Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada (a partir del 2021 enfocada en arte digital y transmedial) y el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro (MACQ), inaugurado apenas a fines del 2018. Formarse y desarrollarse en las artes visuales en Querétaro implica necesariamente exponer en alguno de estos recintos: salvo la galería municipal, todos los opera la Secretaría de Cultura del estado.

Ante tal monopolio sobre el espacio expositivo han surgido algunas galerías independientes, entre las que Tirante Arte Expandido y La Casa de la Contra Cultura (La CCC) llevan los programas más notables. También se han ido consolidando programas como Trámite Buró de Coleccionistas y Filo que, aunque promueven principalmente el coleccionismo, se han convertido en oportunidades privilegiadas de diálogo y promoción. A esta escena se le suman múltiples espacios independientes dedicados a ofrecer talleres y exposiciones efímeras como Casa Bestiario, Comité y La Madriguera Gráfica, así como colectivos artístico-activistas como Espacio vivido y Horizontes posibles, ambos muy críticos de la administración del PAN a nivel local y estatal. Estos espacios conforman la escena artística desde la que hoy se alzan voces —cada vez más enérgicas—denunciando la persistencia de la homofobia entre servidores de la Secretaría de Cultura.

En diciembre de 2022, la primera denuncia de acoso laboral nombrando directamente a Herbert —presentada por el ex director del MACQ Papús von Saenger por su renuncia forzada del cargo— describió una serie de artimañas por parte de la secretaria dignas de una telenovela.[2] Las denuncias que le siguieron reiteraron un mismo desprecio de la secretaria y sus asistentes hacia personal y colaboradores de la Secretaría con base en sus preferencias sexuales.[3] En junio del presente, la Defensoría de los Derechos Humanos de Querétaro escaló el escrutinio sobre Herbert al emitir una Recomendación formal a la Secretaría de Cultura por violación de derechos humanos.[4]

El pasado 21 de junio el discurso de la secretaria de Cultura de Querétaro, Marcela Herbert, fue interrumpido durante la inauguración del FILMAQ.

Encima de las acusaciones de homofobia, profesionalmente la secretaria ha mostrado graves errores de juicio. En redes sociales, la cartelera cultural del estado se comparte desde sus cuentas personales, como si fuera ella la anfitriona de la entidad y no una servidora cumpliendo las obligaciones del cargo público que ocupa. Recientemente, presentó en el MACQ a la polemista Avelina Lesper —quien sostiene que el arte contemporáneo es un fraude y es ampliamente rehuida por el gremio—como “su amiga”. Varios de los funcionarios con mayor trayectoria en la Secretaría han dejado sus cargos, entre ellos Rafael Mata Salinas, quien llevaba casi una década de conocimiento dirigiendo Educación Artística y Servicios Culturales con buenos resultados. Estas pérdidas en su equipo han llevado a que el desarrollo cultural de la entidad ahora carezca totalmente de planificación y visión a mediano y largo plazo. La primera línea estratégica de su ahuecada política cultural es “propiciar la cultura inclusiva”, término risible cuando es precisamente la falta de ello de lo que se le acusa.[5]

Hoy, el ecosistema artístico de Querétaro —que lleva décadas construyendo espacios, reputaciones y comunidades en una ciudad no del todo acogedora a aquello que se desvía de la tradición— es una red bastante suelta e incoherente, pero lo animan integrantes muy capaces y un público entusiasta. Lo que hace falta en este momento es liderazgo, en el sentido total del término: alguien capaz de reunir y levantarle la moral no sólo a su equipo de trabajo, sino la comunidad; una colega con habilidades de negociación para que Cultura tuviera un rol en los enormes proyectos de urbanización y movilidad que han reconfigurado la ciudad; una profesional con competencias de planeación estratégica para hacer rendir el presupuesto y construir alianzas con fuentes externas cuando fuera imposible. En su lugar está Herbert, una pintora sin experiencia alguna en administración pública, con una mínima trayectoria como museógrafa, quien se complace enormemente de la altura de su cargo y se ha dedicado a distanciar colegas en base al prejuicio y el capricho, perdiendo toda autoridad moral ante una ciudadanía cada día más diversa. 

En cualquier otro momento político parecería ingenuo pensar que, en Querétaro —tan decoroso—, manifestaciones en contra de una miembro homofóbica del gabinete de un gobernador panista llevarían a su destitución. Pero las elecciones de este año trajeron un cambio: la siguiente Legislatura del Estado la controlará Morena. La naturaleza identitaria de las acusaciones en contra de Herbert la hacen un blanco fácil y justificado para que la legislatura morenista pida su cabeza o, por lo menos, le dificulte la existencia. Este es el nuevo balance político ante el cual el gobernador Mauricio Kuri tendrá que negociar. En vez de actuar hoy, Kuri ha decidido no hacer cambios a su gabinete hasta su informe de gobierno en septiembre, ante la nueva Legislatura. Es así como Kuri daña aún más gravemente la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro: convirtiendo su dirigencia en el primer regateo político en el sin duda enconado enfrentamiento que se dará entre Morena y el PAN en los siguientes tres años. Un funcionario público sensato dimitiría; Herbert, a quién el descontento provocado por las denuncias la tiene sin cuidado, esperará a que un largo impasse político envenene los esmerados esfuerzos en materia cultural en Querétaro anteriores a su funesto nombramiento y, con ello, la renovación de la intolerancia social más ignominiosa de la entidad: la homofobia.

Secretaría de Cultura de Querétaro.

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