Arte Contemporáneo: Luis felipe ortega / le laboratoire
exposición Sobre la noción del vacío (y un diálogo con Kawabata), de luis felipe Ortega en le laboratoire
Por Ricardo Pohlenz
A lo largo de su trayectoria, Luis Felipe Ortega ha recurrido una y otra vez a referencias que tienen su origen en la obra específica de algunos autores, un lastre o prebenda –según quiera verse– de una formación literaria a la que recurre o a la que apela en los términos que son dictados desde el ambiente o sensación que pueden producir sus ideas y escrituras. No es propiamente una glosa o un comentario, ni si quiera lo vería como una extensión de sus particulares, no busca ilustrarlos ni hacer derivaciones a partir de sus posibles representaciones.
El invento o la mención de uno u otro está más cerca del discurso mágico, lo que hace al citar o mentar a Samuel Beckett, Pier Paolo Pasolini o Michel Foucault es invocarlos, traerlos en cuerpo presente, desde una noción post-platónica que tiende hacia o intuye las posibilidades de materialización (o actualización) del Topos Uranus como un mecanismo que hace de las referencias un cúmulo de experiencias: una traslación hacia lo conceptual y abstracto de una lectura empírica del mundo. La cadena de relaciones que definen las nociones adquiridas sobre el objeto que se construye (o de-construye, da igual) desde el afecto.
En Sobre la noción del vacío (y un diálogo con Kawabata) queda la pregunta de cómo nos relacionamos desde afuera a las particularidades de esta lectura –si puede llamársele así– en términos de experiencia, más allá de sus referencias o a pesar de estas mismas. Se trata, como puede leerse en paréntesis del título, de una conversación, de algo intercambiado o dicho, de su resultado, o más bien, de su documento. El hecho de que use la palabra diálogo para describirlo nos invoca de nueva cuenta a Platón, no desde Platón mismo sino a pesar suyo, desde una mayéutica que se construye –en cuanto ideas– a partir de materiales, intenciones y referencias.
Ahora, plantearlo como mayéutica resulta casi una provocación, desde una fórmula que va desdoblando sus premisas –a manera de figura– en un camino paradójico, llevado en las derivas de una discusión –en este caso, una conversación– para decir o desdecir en su flujo o proceso una primera declaración. La del vacío en esta ocasión, misma que puede llevarnos en primera instancia a preguntarnos si se refiere a vacíos formales, vacíos espirituales, vacíos estelares o a la noción de vacío como punto opuesto y de equidistancia a lo que, en términos contemporáneos, tendemos a llamar –todavía desde lo literario– la sensación verdadera. Digo que es una provocación –el plantear una mayéutica– en el entendido de que sus términos –es decir, las claves y afectos a las recurre para decirse desde lo otro– bien puede llevarnos a una retórica.