Multitud en renta
Por Edgar Alejandro Hernández
La exposición Multitud en renta: Demo, que los artistas Yoshua Okón y Juan Obando presentan en el Museo Espacio de Aguascalientes, recuerda aquella tumultuosa tarde del 6 de enero de 2021 cuando una turba de manifestantes asaltó durante varias horas el Capitolio de Estados Unidos, arengados presuntamente por el saliente presidente Donald Trump.
Más allá de las implicaciones políticas que aún se siguen investigando judicialmente para determinar si hubo un intento de insurrección, sedición o terrorismo interno, lo que trascendió de aquella violenta manifestación fue su grado de coordinación y sofisticación, ya que hoy se sabe que numerosos colectivos de ultraderecha se organizaron durante semanas, a través de tecnologías alternativas que evaden la censura institucional, para tomar la sede del congreso estadounidense e intentar anular la victoria electoral de Joe Biden.
Es en este universo, que transita entre lo virtual y lo real, donde Okón (Ciudad de México, 1970) y Obando (Bogotá, 1980) se enfocan para desvelar a través de su obra cómo manifestaciones creadas artificialmente pueden intervenir directamente en la realidad, pero bajo un velo de verosimilitud que está diseñado para que acciones con un alto impacto político puedan operar fantasmagóricamente y cuestionar las estructuras supuestamente democráticas.
Okón y Obando enfocaron su trabajo en el fenómeno conocido como astroturfing, que en Estados Unidos se utiliza para nombrar la práctica de financiamiento fantasma de agencias para dirigir y producir manifestaciones públicas falsas y hacerlas pasar como orgánicas, reales y espontáneas.
Si trasladamos el término de origen inglés al contexto mexicano, la práctica sería similar al acarreo que históricamente han explotado los partidos políticos para llenar plazas públicas con personas que son llevadas a cambio de regalos, pagos o promesas de apoyos sociales.
Pero la diferencia crucial es que si bien ambas acciones no se asumen públicamente, el acarreo está limitado a actos políticos, mientras que el astroturfing busca obtener una repercusión masiva, más allá de posturas políticas e ideológicas, para cuestionar la realidad misma de la democracia moderna.
Otra diferencia crucial es que el reclutamiento no se realiza mediante los opacos personajes que operan tras bambalinas en los partidos políticos, sino que las empresas que se dedican al astroturfing trabajan abiertamente como instituciones privadas que se anuncian para contratar a personas desempleadas y trabajadores precarizados que literalmente se alquilan para actuar como manifestantes en sus eventos.
El círculo se cierra con campañas mediáticas orquestadas con medios para producir noticias virales e imágenes emotivas que generen empatía y sobre todo el consenso de las masas.
“Con el advenimiento de las redes sociales y las noticias virales, el activismo se ha convertido en una imagen permanente en el léxico global. Hashtags denunciatorios y otras consignas nacidas en internet ocupan diariamente las conversaciones de millones de personas; imágenes de protestas y enfrentamientos públicos ruedan incesantemente por nuestras pantallas. A primera vista, esto traza un paisaje ideal: la democracia en acción. Sin embargo, detrás de este escenario se encuentran cada vez más mecanismos mediáticos que influencian nuestra interpretación de la realidad, como es el caso de los servicios de protestas prepagadas”, explican por escrito los artistas.