Proceso Pentágono

POR EDGAR ALEJANDRO HERNÁNDEZ

“La historia se repite dos veces. La primera como tragedia, la segunda como farsa”

Karl Marx

Aún no tengo claro si fue intencional o no que la inauguración de la exposición “Grupo Proceso Pentágono: política de la intervención 1969-1976-2015” en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) coincidiera con el primer aniversario de la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el pasado 26 de septiembre; pero el hecho acentuó la vigencia que sigue teniendo la práctica política y estética de este colectivo de artistas, pues de golpe nos reveló que no hemos avanzado nada como sociedad, ya que seguimos aceptando y (peor aún) normalizando la violencia promovida por el Estado.

"Sin título", 1980

Fundado a finales de la década de los 60 por Carlos Fink, José Antonio Hernández Amezcua, Víctor Muñoz y Felipe Ehrenberg, Proceso Pentágono se creó con el objetivo de mantener una actitud crítica, analítica y contestataria frente a las políticas sociales y culturales que generaba el Estado, mediante una obra abiertamente conceptual que ponía énfasis en la discusión y en los procesos de producción colectiva. Su nacimiento está marcado por la represión del 68 y por la subsecuente guerra sucia. En un segundo momento, que coincide con su época más fructífera, se sumaron al grupo Carlos Aguirre, Miguel Ehrenberg, Lourdes Grobet y Rowena Morales.

Con una eficiencia en el manejo de archivos y una ejemplar producción de réplicas de sus principales intervenciones y ambientes (que en algunas cédulas las denominan “Réplicas” y en otras “Reproducciones”), la exposición curada porPilar García ofrece una visión panorámica de los más contundentes hallazgos, los perennes desencuentros y las no pocas contradicciones que han mantenido a lo largo de cuatro décadas este colectivo artístico que fácilmente puede dar luz sobre los orígenes de las prácticas que hoy dominan la escena del arte contemporáneo mexicano.

En principio, la exposición demuestra lo necesario que es para un recinto como el MUAC promover la adquisición de archivos, ya que casi todas las piezas que se exhiben parte de cartas, fotografías, folletos, publicaciones y diversos materiales que alberga el Centro de Documentación Arkehia.

"Hotel Marx", 1983

Ahora bien, la exposición parte de documentos, pero estos no se utilizan como fetiches que se exhiben en vitrinas, sino como soporte para generar nuevas narrativas históricas que reflejen procesos y sucesos que se conocían de forma dispersa y que sólo los archivos pueden ayudar a darles su justo peso en el contexto que ocurrieron.

El contexto es fundamental en la producción de Grupo Proceso Pentágono porque no es lo mismo crear obras hoy que en 1980, cuando el colectivo hizo la pintura, “Sin título”, a partir de la acción “Vamos a hacer un cuadro”, que consistió en envolver con violencia dentro de una cortina a uno de los integrantes del grupo (José Antonio Hernández Amezcua), a quien se le ató y arrastró y aplicó pintura a la tela.

Si bien la fecha parece cercana, hay que recordar que en el contexto de la guerra sucia se registraron 530 desapariciones forzadas en el país de 1969 a 1980, de acuerdo con el Comité Eureka. Lo mismo hay que decir de “1929: Proceso”, una ambientación que hizo el grupo en 1979 en el Auditorio Nacional, el cual reproduce diversas salas de agencias policiacas, con cuartos de tortura incluido, cuyo título alude a la fundación del PRI (entonces PNR) y que trata el tema de la represión, tortura y desaparición forzada.

 

"1929: Proceso", 1979

Si bien formalmente la producción de Grupo Proceso Pentágono era novedosa para el contexto mexicano de la década de los 70, es importante decir que el desarrollo estético de sus obras no partía de ejercicios de improvisación o experimentación empíricas, por el contrario, las obras se creaban con base a un desarrollo grupal que deliberadamente buscaba borrar cualquier discurso (ego) individual para poder mostrar el aparato de represión que operaba (y opera) en el país, pero no desde el punto de vista de la víctima, sino enfundados en la máscara del victimario. Este complejo desdoblamiento lo describe Julio García Murillo en su texto “Grupo Proceso Pentágono. Fragmentos de azar y de guerra sucia”, que se incluye en el catálogo (Folio 37) de la exposición, el cual puntualiza que en este grupo la colectividad se asumió siempre a partir de sus implicaciones políticas.

A contracorriente de otros colectivos artísticos, en éste no se puede ubicar a un líder que definiera su producción, de hecho, casi todos sus miembros abandonaron en algún momento el grupo. No está por demás decir que estéticamente Grupo Proceso Pentágono se declaró en contra de “la vieja bestia”, es decir, toda la corriente pictórica y nacionalista que dominó el siglo XX por la pesada influencia de la Escuela Mexicana de Pintura.

 

"1929: Proceso", 1979

Y si se quisiera hacer un recuento de los efectos que dejó la producción de Grupo Proceso Pentágono y de los demás grupos que coexistieron en las décadas de los 70 y 80 en México, es claro que su influencia está más que presente en la producción actual. Sin embargo, la realidad social pareciera que no ha tenido ningún avance.

En 1979 Grupo Proceso Pentágono inauguró la exposición “10 de junio”, en la cual el colectivo invitó a 22 colegas a mostrar la “turbulenta pero vital realidad que nos toca transformar”. 36 años después está claro que no lo lograron (no lo logramos). La realidad social sigue siendo turbulenta en nuestro país.

“Grupo Proceso Pentágono: política de la intervención 1969-1976-2015” se presenta en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (Insurgentes Sur 3000, Centro Cultural Universitario, CU) del 26 de septiembre de 2015 al 21 de febrero de 2016.

Texto publicado el 25 de noviembre de 2015 en el blog Cubo Blanco del periódico Excélsior.