De la selección a la generosidad: sobre el desplazamiento del
acto curatorial

Por Paulina Macías

 

No es posible minimizar las responsabilidades del curador en el MA. El curador, como modelo moral, ético, intelectual y de cierta forma paternal o maternal de los artistas, debe en todo momento mantener un comportamiento ejemplar en sus acciones. El curador es, así mismo, ancla cultural, ideológica y teórica. Ser curador es por consiguiente una gran responsabilidad…

Pablo Helguera

 

SANTIAGO DE QUERÉTARO.- Irrepetible, la gigantesca exposición que celebra el 28 aniversario del Museo de la Ciudad de Querétaro[1], curada por Michel Blancsubé[2] es un ejercicio curatorial tan barroco y excesivo que subvierte una de las actividades, la más residual y superflua aunque tal vez la más esperada, que se la asigna al curador, la de seleccionar. Este desplazamiento del acto curatorial de lo selectivo a lo generoso resulta en una postura que plantea al Museo de la Ciudad de Querétaro en particular y al mundo del arte en general, como uno en el que todos tienen cabida.

Conformada por 263 obras de 88 artistas y dos colectivos, muchos de los cuales participan con más de una pieza, esta exposición dibuja un amplísimo paisaje de la producción artística queretana actual, que abraza tanto a las escuelas más académicas y figurativas que han imperado en Querétaro como a los proyectos experimentales, abstractos, disidentes, conceptuales y jóvenes de esta ciudad.

Desde el título y la cita de Guy Debord que subtitula la exposición “sobre el tránsito de algunas personas en el transcurso de un breve período”, Blancsubé plantea la muestra como una instantánea de un momento que como todos, excepcionales o no, no se repiten jamás y luego de una extensa lista de nombres –que ocupan tanto espacio en la cédula introductoria como el texto curatorial en su totalidad– aclara que más allá de ser una singularidad, el fenómeno de una profusa producción artística no es privativo de esta comunidad; es, más bien, algo que se repite en diversos territorios con las mismas tensiones entre lo local y lo global.

A este proyecto le preceden al menos tres intentos más o menos recientes de fijar la escena en una selección. En 2005 un esfuerzo similar de Luis Carlos Emerich, titulado Actualidad en el Arte de Querétaro, que fue también una exposición exhaustiva hecha por un curador foráneo para celebrar en otro momento el aniversario del mismo museo, mostraba una escena menos desbordada (157 obras, 53 artistas) y en donde Emerich propuso, con una política de puertas abiertas replicada del propio museo, diez campos de confluencia[3] del discurso visual queretano: De realismos a realismos, Abstraccionismos, Arte pobre, arte rico, Figuraciones, Escultura, Ensamble, arte objeto e instalación, Fotografía y Video. El segundo fue un catálogo titulado 100 años de Arte en Querétaro y que fracasaba desde su formato y categorización por disciplina artística (artes escénicas, visuales y populares, literatura y música) en donde la selección (limitada a un presupuesto y un número de páginas) que correspondía a las Artes Visuales fue hecha por por Rubén Maya Moreno[4], quien eligió “queretanos por nacimiento y por asentamiento” en una “selección de lo más representativo y coherente” de la producción local, según afirma en la presentación del catálogo. El tercero, el Salón de la Plástica Queretana Contemporánea, un proyecto oficialista curado por Margarita Magdaleno[5], que de cierta manera daba continuidad al trabajo curatorial del catálogo (en donde ella también participa con un texto) y que tenía la intención de establecer un canon local tan controversial que tuvo que organizarse una segunda etapa de la primera selección para considerar a la pujante producción joven.

Así, el reto no era menor. Hacer la curaduría que considerara esos antecedentes para celebrar el aniversario del museo más incluyente de la ciudad, que pertenece además a una institución pública que recién estrena titular tras casi dos años de tensión y escándalos relacionados con el elitismo, el maltrato y la homofobia planteaba un panorama ya complejo.  Las grandes expectativas de la comunidad artística para ser llamada y seleccionada (y legitimada por un curador francés de amplia experiencia) agregaban capas de dificultad a la empresa. “Si hay una intención que ha guiado mis pasos en esta aventura” dice Michel, elegante y franco en las últimas líneas de su hoja de sala, “es la de no causar ninguna frustración adicional a las que depara la vida”.

Y aunque Blancsubé haya renunciado a la exclusión (porque no renuncia del todo a la selección, sí eligió una u otra obra entre el cuerpo de cada artista al que visitó), no lleva a cabo su proyecto de manera ligera. El trabajo curatorial que le tomó casi un año de visitas a estudios es minucioso y atento. Su montaje lo revela. La muestra ocupa 13 de las 18 salas del museo y en cada una domina una especie de temática, un eje curatorial que da sentido a las piezas en conjunto y que al mismo tiempo no es necesario enunciar, al menos no a través de un texto o una cédula. El curador hace que emerjan relaciones entre las obras con una mirada muy atenta de cada pieza y una infinidad de pequeños gestos y detalles que hace falta detenerse a observar: la altura o emplazamiento de las piezas, el orden, la saturación y el diálogo consciente que establecen con el lenguaje arquitectónico claro y particular del exconvento en donde existe el Museo de la Ciudad. 

Recorrer las salas que componen la exposición es una extraña experiencia, porque comiéncese desde donde se comience y, conociendo o no la escena local, el primer impulso por leer e identificar una u otra mano, proyecto o factura o al menos de conocer el título de cada obra termina por ser innecesario. Y es al abandonarlo que emergen estas relaciones tácitas entre una obra y otra que llevan a la espectadora a pensar más allá de una lista de artistas o de una selección para tener una experiencia menos verbal y más sensorial.

Y sí, en la expo hay excesos, accidentes y omisiones; artistas que intentaron algún proyecto pero no les resultó y prefirieron con sinceridad declinar la invitación, otros que no fueron considerados porque este año no vivían acá, aunque su obra y producción se sitúa o se relaciona con esta ciudad, otros muchos cuya práctica se escapó así, nomás, pero la muestra es tan basta, que no importa si alguien está o no lo está.

Imagino este proyecto como el punto de partida de un catálogo interminable que no existe ni existirá más allá de la constante labor del Museo de la Ciudad– que seguirá completándose con el paso del tiempo. En esta especulación, la operación curatorial igualmente se sostiene.

Irrepetible: un proyecto curatorial-censo, un proyecto curatorial que se niega a sí mismo para existir; un proyecto curatorial que no podría hacer sucedido en un lugar distinto al Museo de la Ciudad de Querétaro, otra serpiente que se muerde la cola al ostentar y negar ese concepto que lo nombra: el de museo.


Irrepetible del 14 de febrero al 18 de mayo de 2025, Museo de la Ciudad (Guerrero 27, Norte. Centro. Santiago de Querétaro).

[1] Fundado en 1997, el Museo de la Ciudad ha exhibido arte contemporáneo innovador y actual desde su fundación, a la par aunque desde la periferia de proyectos hito como La Panadería.

[2] Michel Blancsubé no es ajeno a la escena cultural queretana: ha montado al menos cuatro exposiciones en el Museo de la Ciudad y fue jurado de la Bienal Nacional de Pintura Julio Castillo, en 2020.

[3] El término de campos de confluencia fue tomado directamente del texto que escribió Luis Carlos Émerich en las memorias de la exposición Actualidad del Arte en Querétaro tituladas Discurso visual en Querétaro (2005)

[4] Artista visual graduado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. 1995-1996, Maestría en Grabado en la Academia de San Carlos de la UNAM. 1997-2001, Doctor en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, España.

[5] Restauradora, historiadora de arte, maestra y gestora cultural, fue directora del Museo Regional de Querétaro y del Museo de Arte de Querétaro.

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Texto publicado el 7 de marzo de 2025.