Tierra pródiga. Tierra de nada
Por Nuria Matías
GUADALAJARA.- En el marco de las festividades por el aniversario de la fundación del estado, la Secretaría de Cultura y el MEG (Museos, Exposiciones y Galerías de Jalisco) desempolvan, desde el fondo más recóndito de colecciones públicas y privadas, su Tierra pródiga. Esta muestra, confusa en su intento de celebrar la riqueza cultural del estado, parece un esfuerzo desesperado por integrar a Jalisco en los relatos legitimados del arte. La colección, más accidentada que curada, oscurece cualquier rastro de la abundancia identitaria que pretende resaltar, a través de salas laberínticas y textos de calidad y profundidad comparables a Wikipedia.
Lo que parece ser un esfuerzo constante por desmentir las declaraciones hechas durante la ceremonia inaugural, se presenta como una horda de decisiones contradictorias que esbozan apenas la utopía conservadora y costumbrista impulsada institucionalmente durante años. Esto lleva a que cualquier esperanza de encontrar un reflejo verdadero de la escena artística tapatía se desvanezca en la entrada, frente a un retrato anónimo, anticuado e irrelevante que sintetiza el logro conjunto de la muestra.
Si hay algo de mérito en esta exhibición, es la capacidad de anonimizar y despersonalizar su contenido, sofocando incluso a los clichés en ocho núcleos repletos de piezas repetitivas; una selección, aparentemente sacada de sótanos olvidados, que es referida cariñosa o satíricamente como "Joyas Familiares". Logra también que los nombres de grandes representantes pictóricos, no solo locales sino nacionales, pasen desapercibidos bajo obras que no reflejan ni un poco aquello que los hizo relevantes. Peor todavía con los "otros artistas que no teníamos como referentes" (Lourdes Gonzáles), o mejor aún, las artistas, de quienes mayormente solo están sus nombres.